Es sabido que en los tiempos que corren y con miles de impactos publicitarios al día, la publicidad ya no es efectiva. Lo que es realmente efectivo es la creatividad.
No se sabe por que motivo pero los publicistas argentinos tienen un don para esto, captar la atención del público que responde con una sonrisa ante todas sus piezas publicitarias. Juegan con los sentimientos y sobre todo juegan con el humor a veces ridículo, irónico o incluso absurdo.
Tienen un tono único y diferente que la hacen una publicidad representativa. Esta creatividad empezó en negocios locales y se extrapoló a lo largo de todo el mundo a raíz de la crisis de 2011 convirtiéndose argentina en la cuna de la creatividad mundial. Existen muchos creativos entre lo que destacan Sebastian Wilhelm, Carlos Pérez o Andy Fogwill.
Las marcas los adoran, porque saben que sus mentes privilegiadas van a hacerles ganar mucho dinero. Coca-cola, Audi, Smart… no dudan en llamar a las puertas de sus agencias y crear campañas como “hay razones para creer en un mundo mejor” que no sólo es un aumento de ventas y un mantenimiento de la posición de marca sino que ayuda al espectador a tener y conseguir una actitud positiva ante los tiempos de crisis que hacen mella en la moral de la mayoría. Le aportan algo al espectador, le hacen sentir, ya sea riendo, reflexionando o aconsejando y eso es lo que se consigue con la buena creatividad, que la mente del público ponga en marcha su sistema neuronal para interactuar con la marca.
Lo que sí está claro es que la marca “creatividad argentina” está pegando fuerte en el mercado de la publicidad posicionándose como la creatividad más creativa de todas y creando así una nueva industria de la publicidad.